El dragón asturiano
De acuerdo con la mitología asturiana, el “cuélebre” es un dragón o serpiente alada que vigila celosamente fantásticos tesoros. De aliento espantoso que supura veneno, silba fuertemente y vive en cuevas subterráneas.
Es un dragón peligroso: se alimenta de personas y animales, tiene duras escamas y crece de manera permanente. Cuando envejece, sus inflexibles escamas aumentan de tamaño y exceden la capacidad de la tierra para contenerlo. Por este motivo, debe partir hacia la Mar Cuajada, lugar repleto de tesoros y de cuélebres que los cuidan.
SIMILITUDES CON LA MITOLOGÍA GRIEGA
La leyenda de los cuélebres se asemeja al mito helénico del dragón que vigilaba las áureas manzanas del jardín de las Hespérides.
También presenta parentescos con la historia de Jasón, los argonautas y el vellocino de oro: éste estaba protegido por un temible dragón que jamás dormía.
GEOGRAFÍA CON HUELLAS DEL DRAGÓN
Los cuélebres dejaron sus “rastros” en la toponimia asturiana. Su folclore sirvió para bautizar distintos accidentes geográficos de esta comunidad española: existen la Cueva del Cuélebre, el Pozo del Cuélebre, la Ramada del Cuélebre o incluso la Braña de Valdecuélebre.
Una de las populares leyendas protagonizadas por cuélebres es la del “culebrón del monasterio de Santo Domingo”. En ella nos enteramos que este convento, situado en Oviedo, era asolado por una serpiente-dragón que se alimentaba de monjes…
Pero uno de los frailes ideó una estratagema eficaz: dejó un pan relleno de alfileres cerca de su guarida y el cuélebre murió inmediatamente después de su ingesta.
Otros mitos sobre cuélebres hablan de dragones voladores que, mientras migraban hacia el mar, se engancharon las alas en el follaje de los árboles y murieron de hambre lanzando horribles graznidos.
El arte asturiano ha representado este animal mitológico, por ejemplo, en la Catedral de Oviedo, la iglesia de Santa María de Celón, San Emeterio de Sietes y otras manifestaciones edilicias del siglo XVI.