Dragón Americano
Quetzalcoatl –la serpiente emplumada, en idioma náhuatl– es la serpiente-dragón responsable de otorgar la sabiduría a la humanidad, símbolo de muerte y de resurrección. Es uno de los dioses cardinales de antiguas civilizaciones americanas, especialmente del centro y norte de México, donde se otorgó el mismo nombre a algunos gobiernos toltecas; el más famoso fue Ce Acatl Quetzalcoatl de Topiltzin. Los mayas conocían a este mismo dios con el nombre de Kukulkán, y la cultura Quiché-Maya de Guatemala como Gukumatz.
La significación y cualidades exactas de Quetzalcoatl fueron variando entre civilizaciones a lo largo de la historia. Era considerado el dios de la estrella de la mañana, mientras su hermano gemelo Xolotl era la estrella de la tarde, Venus. Es por este motivo que se le otorgó el título de Tlahuizcalpantecuhtli, cuyo significado es “el señor de la estrella del amanecer.”
También era reconocido como el inventor de los libros y del calendario, creador de las artes y de la poesía, y donante del maíz a la humanidad.
Además, era el amo de los sacerdotes y había intervenido activamente en la creación del mundo. Para los aztecas, el tiempo en que vivían era considerado el quinto mundo, ya que los cuatro anteriores habían sido destruidos por la inundación, el fuego y otras catástrofes climáticas. Se dice que Quetzalcoatl fue a Mictlan –el mundo terrenal– y creó a la Humanidad del quinto mundo a partir de los huesos de las razas anteriores y de su propia sangre, con la ayuda de Cihuacoatl.
La serpiente emplumada fue representada en el arte y formó parte ineludible del culto religioso en gran parte de Mesoamérica durante 2.000 años, desde la Era Pre-Clásica hasta la Conquista Española. Entre las civilizaciones que lo adoraron encontramos a olmecas, mixtecas, toltecas, aztecas y mayas.

El culto de la serpiente en Mesoamérica es muy viejo. Se encontraron pinturas de serpientes con características de pájaros en el arte olmeca preclásico (1150-500 A.C.). En estos restos arqueológicos, la serpiente representa a la tierra y a la vegetación, aunque fue en los murales de Teotihuacan –alrededor del año 150 A.C.– en que la serpiente adquirió sus típicas plumas preciosas de Quetzal.
Las representaciones iconográficas más elaboradas se remontan al antiguo templo de Quetzalcoatl, construido alrededor del año 200 A.C., que exhibe una serpiente de cascabel con plumas verdes y largas como las del quetzal.
Cabe señalar que Teotihuacan fue una ciudad construida en honor a Tlaloc, el dios del agua terrenal, del agua en los lagos, de las cavernas y de los ríos, pero Quetzalcoatl –símbolo de la fertilidad de la tierra y subordinado a Tlaloc– también fue alabado en ese lugar.
A Quetzalcoatl se lo asocia a menudo con Ehecatl, el dios del viento, quien simboliza a las fuerzas de la naturaleza. Por eso la serpiente emplumada es relacionada con la energía de la lluvia, el agua celestial y sus vientos asociados.
Por influencia del culto de Teotihuacan, la serpiente emplumada fue adoptada como dios de los mayas, quienes lo llamaron Kukulkán, como fue mencionado anteriormente. En Xochicalco (700-900 A.C.) la clase política creyó que gobernaba en nombre de Quetzalcoatl; a partir de este momento, las representaciones de este dios se humanizaron, adquiriendo rasgos antropomórficos.
Los toltecas comenzaron a asociar el dios al gobernador, por eso el hombre adquirió cualidades divinas. El político-divinizado más famoso fue Ce Acatl Quetzalcoatl de Topiltzin.
Las leyendas del Ce Acatl nos dicen que tenía larga barba y que usaba una máscara blanca, de modo que en las representaciones iconográficas podemos reconocer a Quezalcoatl como un hombre blanco y barbudo. Desde entonces, la imagen de un “dios blanco” se convirtió en parte de la cultura popular mexicana.
Los toltecas tenías un sistema de culto dualista. Oponían la figura de Quetzalcoatl a la de Tezcatlipoca, quien supuestamente lo había enviado, en tiempos remotos, al exilio. La serpiente emplumada había sido desterrada en una balsa de serpientes, pero prometió regresar... Cuando los aztecas adoptaron el culto tolteca, transformaron a Tezcatlipoca y Quetzalcoatl en dioses gemelos, contrarios e iguales. La leyenda dice que ambos crearon al mundo.