Leyendas de como comvertirce en Hombre Lobo
Las leyendas históricas describen una amplia variedad de métodos para convertirse en hombre lobo, uno de los más simples consiste en quitarse la ropa y ponerse un cinturón de piel de lobo, probablemente como sustituto de toda la piel del animal. En otros casos, se frota el cuerpo con un ungüento mágico. También se consideraban modos efectivos de lograr la metamorfosis cuando una persona bebía agua estancada de las huellas del animal en cuestión o si bebía agua de determinados ríos. Olaurs Magnus dice que los hombres lobo letonianos se iniciaban al tomar una copa de cerveza especialmente preparada y repetir una fórmula establecida. Ralston en sus Canciones de los pueblos rusos da una forma de encantamiento todavía familiar en Rusia. Según el folclore ruso, un niño nacido el 24 de Diciembre será un hombre lobo. El folclore y la literatura también cuentan que un hombre lobo puede ser engendrado por dos padres hombres lobo.

En el folclore portugués, brasileño y galiciano, el séptimo hijo es el que se convierte en hombre lobo (lobisomem). En Portugal, la séptima hija se supone que se convertirá en bruja y el séptimo hijo en hombre lobo; el séptimo hijo a menudo recibe el nombre ‘Bento’ (la forma portuguesa de ‘Benedict’ que significa ‘bendito’) ya que se creía que eso evitaba que se convirtiera en hombre lobo más tarde. En Brasil, la séptima hija se convierte en una yegua sin cabeza (tiene fuego en su lugar) llamada ‘Mula-sem-cabeça’. La creencia en la maldición del séptimo hijo se expandió tanto en el norte de la Argentina (donde el hombre lobo es llamado lobizón), que los séptimos hijos a menudo eran abandonados, cedidos en adopción, o asesinados. Una ley decretada en 1920 establecía que el presidente de Argentina era el padrino oficial de los séptimos hijos. De esta manera el Estado le otorga al séptimo hijo una medalla de oro en su bautismo y una beca escolar hasta los veinte. Esto terminó efectivamente con los abandonos, pero todavía persiste la tradición por la que el presidente apadrina a los séptimos hijos.
En otros casos, la transformación supuestamente era producida por la lealtad satánica a los más odiosos fines, a menudo por el propósito de satisfacer un deseo de carne humana. ‘Los hombres lobo, escribe Richard Verstegan (Restitution of decayed intelligence, 1628), son ciertos hechiceros, quienes habiendo untado su cuerpo con un ungüento que hacen con el instinto demoníaco, y poniéndose una faja encantada, no sólo son vistos por otros como lobos, sino que para su propio pensamiento tienen tanto la forma como la naturaleza de los lobos, siempre y cuando usen la faja. Y ellos actúan como lobos reales, merodeando y matando a la mayoría de los criaturas humanas’. Así era la visión sobre la licantropía en el continente europeo cuando Verstegan escribió.
El poder de transformar a otros en bestias salvajes fue atribuido no solo a hechiceros malignos, sino también a santos cristianos. Omnes angeli, boni et mali, ex virtute naturali habent potestatem transmutando corpora nostra (‘Todos los ángeles, buenos y malos tienen el poder de transmutar nuestros cuerpo’) era el dicho de Santo Tomás Aquino. San Patricio se decía que había transformado el rey Vereticus en lobo; San Natalio se supone que maldijo a una familia noble irlandesa cuyos miembros fueron condenados a ser lobos por siete años. En otras historias el agente divino es incluso más directo, mientras que en Rusia, nuevamente, los hombres se supone que se convierten en hombres lobo cuando provocan la ira del demonio.
Una notable excepción a la asociación de licantropía con el diablo viene de un poco conocido relato de un hombre llamado Thies. En 1692, en Jurgenburg, Livonia, Thies atestiguó bajo juramento que varios hombres lobo y él eran los Sabuesos de Dios. Afirmaba que eran guerreros que bajaron al infierno para luchar contra brujas y demonios. Sus esfuerzos aseguraron que el demonio y sus seguidores no se llevaran la abundancia de la tierra hacia el infierno. Thies fue muy firme en sus declaraciones, asegurando que los hombres lobo en Alemania y Rusia también habían luchado contra las legiones del demonio en sus propias versiones del infierno, e insistió en que cuando los hombres lobo murieran, sus almas serían bienvenidas en los cielos como regalo por su servicio. Thies fue sentenciado a diez latigazos por idolatría y creencia supersticiosa.
A menudo se hace una distinción entre hombres lobos voluntarios e involuntarios. Los primeros generalmente realizan un pacto, usualmente con el demonio, y se transforman en hombres lobo de noche para realizar actos maquiavélicos. Los hombres lobos involuntarios por otra parte, lo son por accidente de nacimiento o salud. En algunas culturas los individuos nacidos durante luna llena o que sufrían de epilepsia eran considerados hombres lobos.
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Ser un niño concebido una noche de luna nueva
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Nacer un viernes de luna llena (superstición de Italia)
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Nacer durante el solsticio de invierno de la amanecer durante el solsticio de invierno de la víspera de Navidad (superstición italiana)
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Ser el hijo mayor de un sacerdote;
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Ser el séptimo hijo de siete hermanos nacidos consecutivamente (superstición de alemania)
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Beber agua de la huella impresa por un lobo salvaje (creencia de los Balcanes);
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Beber agua del del río donde acaba de beber un lobo
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Comer el cerebro o la carne de un lobo salvaje;
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Haber probado carne humana alguna vez;
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Ser mordido por un hombre-lobo
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Vestirse con la piel encantada de un lobo muerto, o de un hombre-lobo;
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Oler la flor licantrópica (Balcanes);
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Usar un cinturón confeccionado con el cuero de este animal;
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Dormir al aire libre la noche del viernes, mientras la luz de la luna llena se refleja en el rostro (creencia italiana);
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No confesarse durante diez años;
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Ser asesinado de una forma sanguinaria durante una noche de luna llena;
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Ser invocado por el espíritu de un lobo;
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Tener la visión del espíritu de un lobo durante un sueño;
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Tener sueños donde uno se cree lobo, corriendo en manadas de animales del mismo género;
La mitología nativa americana es muy interesante pues la metamorfosis es interpretada no sólo como una maldición sino como una manera de reconciliarse con la naturaleza y transformarse en su animal totémico.